17 de diciembre de 2012

Las tres eras de la medicina según Siegler

Era del médico o paternalista: Todo para el paciente sin el paciente
Se establecía así una relación vertical y asimétrica en la que el médico ordenaba como un padre benévolo y el paciente se dejaba llevar hacia el bien (que él no ha elegido) como un niño sumiso.

  La toma de decisiones compartida no resulta siempre de un diálogo entre iguales, pues la relación no es perfectamente simétrica pero la decisión final resulta de un proceso (a veces largo y conflictivo) en el que convergen y se ajustan la información técnica que el médico proporciona con los deseos y valores personales del paciente (dentro del marco formado por las terceras partes). El médico propone y, por primera vez en la historia, el enfermo dispone.

Era de la burocracia norteamericana: Todo para el burócrata sin el contribuyente ni el médico
Se trata de una ideología imperante aún en EE.UU  que en España y el resto de Europa puede decirse que es   poco conocida más allá de la experiencia británica del General Practitioner Fundholding del National Health Service.
La aplicación práctica de estos preceptos en diversas organizaciones sanitarias de EE.UU ha priorizado la gestión tanto administrativa como financiera en salud como un fin y no como un medio. Ha establecido una cascada de relaciones contractuales gobernadas por los mismos principios: el financiador (en ocasiones el estado, en otras ciertas entidades privadas) establecen un acuerdo a través del correspondiente contrato con un proveedor de servicios (a menudo una aseguradora), que a su vez establece contratos correspondientes con los profesionales que realizarán la provisión de los servicios. Los contratos establecen determinadas cláusulas y objetivos de obligado cumplimiento en relación con el ajuste a un presupuesto inicial, así como a la consecución de determinados estándares (calidad, satisfacción, utilización de protocolos, volumen de pacientes atendidos, etc.). 
Los asegurados únicamente reciben los servicios establecidos en sus pólizas. 
Del grado de cumplimiento del contrato deviene su prorrogación en años sucesivos o no a los proveedores. 
Del nivel de utilización de los servicios dependerá también la posibilidad de mantener el aseguramiento con esa entidad por parte del usuario. Algo así como convertir el aseguramiento de la salud en el seguro de nuestro coche: si tienes varios siniestros al año te suben la prima o te expulsan y ¡listo!
La experiencia británica en Managed Care denominada “de los Médicos Generales Gestores de Presupuesto” (General Practitioner Fundholding), a pesar de que fue mucho  más moderada,  sólo obtuvo resultados contradictorios, y no aportó evidencias de aumento en materia de satisfacción de pacientes. Sin embargo,  sí confirmó uno de los mayores riesgos potenciales que conlleva: el riesgo de selección adversa de pacientes, es decir la posibilidad de atender únicamente a aquellos pacientes que no sean especialmente gravosos, excluyendo a los aquejados de enfermedades graves, prolongadas y de alto coste para el servicio
 
Advertencia
El fin de la medicina debe ser la atención del paciente y la economía un medio para lograr ese fin.
En mi opinión, nunca el lucro puede ser lo que mueva la gestión sanitaria: por eso que es tan discutible el uso de términos como cliente o contribuyente en vez de paciente o el de empresa sanitaria en vez de centro de salud u hospital.