22 de febrero de 2014

Dejar de hacer para poder hacer. FMC. 2005;12(9):579-81.Casajuana Brunet J.

Uno de los objetivos clave de la reforma, por no decir el objetivo fundamental, era conseguir que la AP resolviera la mayor parte de los problemas de salud. Las guías de funcionamiento de los equipos de atención primaria(EAP), una especie de manual de instrucciones que el Ministerio puso en nuestras manos para saber cómo hacer funcionar la novedad, indicaban que las actividades preventivas y la consulta programada debían constituirse en el centro de nuestra actividad, dado que al incrementar estas actividades la salud de la población mejoraría y la consulta a demanda representaría, con los años, tan sólo una pequeña parte de nuestra actividad. En esta estrategia la actividad de enfermería debía tener un papel clave.
Sin embargo, la obstinada realidad no ha seguido el itinerario previsto. Las actividades preventivas se han ido incrementando progresivamente....
 Durante algún tiempo el porcentaje de consultas programadas ha sido utilizado como
un indicador de calidad (error que en algunos entornos aún se mantiene), y así han aumentado en número y nos han llevado a caer continuamente en la ley de los cuidados inversos enunciada por Hart (hacer más a quien menos necesita).
Nuestro esfuerzo en “controlar” a los crónicos nos ha llevado a cronificarlos, a hacerlos dependientes de las consultas.
Y todo el tiempo ineficientemente invertido en ello nos ha obligado, en cierto modo, a dejar en el olvido muchas de las enfermedades que nos correspondería resolver. Así, no es infrecuente ver que es el especialista el que controla la insuficiencia cardíaca, la fibrilación auricular, los ACO/NACO o la HBP, por poner unos pocos ejemplos.
 ...La demanda ha hecho caso omiso a nuestros voluntariosos esfuerzos y ha seguido creciendo y creciendo.
...Es evidente que el origen del problema no es único ni simple: en primer lugar, los cambios que ha experimentado la sociedad en las expectativas y actitud en relación con la salud; en segundo término, el cambio del denominado “contrato social” de la medicina, y por último, la necesidad de ajustar unos recursos económicos limitados a un incremento exponencial de los costes sanitarios.
Siguiendo el gradiente que se establece entre el mayor y menor volumen y la menor y mayor complejidad de las actividades podemos establecer los siguientes pasos:
1. Inicialmente, eliminar de la consulta las actividades administrativas que deben resolverse en el área administrativa o, simplemente, deben desaparecer (recetas de crónicos y partes de confirmación). Sea cual sea la situación de cada centro, deben arbitrarse las medidas adecuadas para que la actividad administrativa se realice fuera de la consulta
2. Después, la mayoría de las actividades autogeneradas, que deben limitarse a las que son realmente necesarias, y pueden ser resueltas mayoritariamente y de forma más eficiente por el personal de enfermería (controles de crónicos y recogida de resultados). Compartir con enfermería una mayor parte de la actividad asistencial.
3. Por último, buena parte de las enfermedades “agudas”, que también podrían ser resueltas por enfermería (enfermedades agudas de baja complejidad). Agenda a demanda de enfermeria.