19 de mayo de 2015

A veces el mundo de la medicina requiere un poco de la magia del cine.

Cuando un paciente entra a la sala de urgencias con una herida es protocolo sacar una fotografía de la herida para llevar un registro del color, el tamaño, y el proceso de curación de la herida. El problema es que durante el transcurso de la recuperación ninguna de las fotos sale igual y se complica demasiado poder comparar.

Controlar la iluminación o enseñarles básicos de fotografía a todas las enfermeras es, básicamente, imposible. Shaun Carpenter, un médico especialista, contrató los servicios de Francis James, un cineasta que se ha visto involucrado en series como True Blood y Monster’s Ball. La colaboración surgió del pasatiempo de Carpenter de hacer películas y terminó proporcionando una valiosa herramienta para la práctica médica.

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